"As Mans do Territorio": Hacia una nueva convivencia con el entorno
- GranRURAL

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Actualizado: hace 22 horas
El territorio no nos necesita. Funciona por sí mismo. Se sostiene, se reajusta y se regenera con una precisión que ninguna teoría o práctica moderna ha logrado imitar. En él, la energía circula, el agua se redistribuye y la vida se organiza sin pedir permiso. Lo hace así desde siempre, siguiendo esa lógica natural de los ecosistemas para avanzar hacia el equilibrio cuando no se les fuerza.
El territorio es autosuficiente. Hasta que lo habitamos.

La convivencia con la naturaleza: lecciones de nuestros ancestros
Durante miles de años, nuestros ancestros entendieron la dinámica de la naturaleza. Aprendieron a cohabitar en ella adaptándose a sus ritmos, como una parte más del entorno, del mismo modo que lo hacen los ciervos, las hormigas, o los pájaros. No estaban por encima de nada. Vivían integrados en ese orden natural que hoy llamamos sintropía, aunque ellos no necesitaban nombrarlo; simplemente lo vivían.
Se relacionaban con la naturaleza desde el respeto y en un claro ejemplo de convivencia real con el entorno. Recogían lo que necesitaban, no más. Sabían cuándo entrar y cuándo dejarlo en silencio. No buscaban dominar el territorio, sino entenderlo, porque de esa relación dependía su supervivencia.

El impacto humano: cuando intentamos dominar el territorio
El problema surgió cuando el egocentrismo humano creció hasta el punto de vernos como el centro del universo. Tras Galileo Galilei y su defensa del heliocentrismo, dejamos de ser el eje del cosmos, pero paradójicamente nos colocamos como el centro absoluto de la vida en la Tierra.
A partir de ahí, comenzamos a actuar como si el territorio dependiese de nosotros; como si hubiese que corregirlo, ordenarlo o dirigirlo según nuestros intereses. Esa actitud está detrás de muchos de los problemas actuales vinculados al uso del suelo, el consumo del paisaje o la intervención excesiva en los espacios que habitamos.
La respuesta del entorno y la gestión de urgencias
Esta dinámica se mantuvo hasta que la naturaleza, harta de tanto desajuste, respondió por sí misma. Fue entonces cuando llegaron los programas, las urgencias y las estrategias. No para ayudar al territorio, sino para corregir las consecuencias de cómo lo habitamos.
Es un patrón que repetimos constantemente. Actuamos tarde, actuamos mal y desde perspectivas que no siempre aciertan. Buscamos soluciones técnicas cuando, la mayoría de las veces, lo que deberíamos revisar es cómo nos posicionamos frente a él.

Una invitación a mirar de otra manera
No se trata de lamentarse ni de caer en el pesimismo, sino de una invitación a recuperar algo que ya existió. Se trata de convivir con el entorno sin dominarlo, sin explotarlo, y de innovar, crear e imaginar proyectos sin someterlo a modelos que no respetan sus límites.
La naturaleza no necesita que la salvemos; necesita que dejemos de interferir en su manera de funcionar. Reaprender no es retroceder, es mirar y escuchar mejor. Debemos entender que el territorio seguirá haciendo su parte, como siempre lo ha hecho.
La pregunta clave es si nosotros queremos hacer la nuestra.
Territorio Emprende: impulsando la convivencia con el entorno desde abajo
La relación con el entorno se construye desde la base. Programas como Territorio Emprende, de la Fundación Paideia, apuntan precisamente en esa dirección. No buscan imponer modelos ni acelerar proyectos artificialmente.
Su objetivo es ayudar a que nosotros, agentes dinamizadores, entendamos mejor el lugar que habitamos y la forma en que las personas nos relacionamos con él. Programas que animan a desarrollar diversas iniciativas:
Activar redes de colaboración.
Generar sinergias locales.
Fortalecer a quienes ya trabajan en "lo pequeño".
Ahí es donde empieza el cambio real.
Hacia una nueva forma de habitar
Este texto pretende abrir una serie de publicaciones "As Mans do Territorio" (Las Manos del Territorio) que mirará hacia esas personas que ya practican esa convivencia desde la vida real. Personas cuyas manos mantienen el territorio en pie sin reclamar protagonismo.
Porque el territorio no nos necesita.
Somos nosotros quienes necesitamos aprender a recordar lo que ya sabemos.










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